Conocieron, como pocos, los secretos de la selva. Supieron cultivar la tierra sin estropearla. Viajaron sin perderse por un gigantesco laberinto de árboles y ríos. Fueron grandes, terribles guerreros. Y también buscaron la perfección del alma y creyeron que con fe y sacrificio se podía llegar a la Tierra Sin Mal, ofrecida por un dios cuyas creaciones habían sido el lenguaje humano y el amor a los demás. Fueron, son, los guaraníes.
No obstante en la actualidad se pueden apreciar tan sólo unas pocas y casi imperceptibles reminiscencias de todo aquel impresionante esplendor del pasado. Desafortunadamente la realidad nos enseña unos pobres exponentes representativos de aquella riquísima cultura que solo son capaces de brindarnos una vaga idea de la real importancia y trascendencia cultural guaranítica.
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